31/8/09

Kokoro.



El eco: ese intento inútil de las palabras por no desvanecerse; por no difundirse entre las mismas moléculas que las permiten; por reflejarse en los objetos inanimados, en los objetos que no las pueden escuchar. En él se conservan leves vestigios de palabras anteriores, naturalmente borradas; acaso sea una suerte de palimpsesto de la voz: conserva y reemplaza lo dicho, por un trémulo rumor.

No existe una mejor palabra para designar nuestra relación con el viejo Japón. Lafcadio Hearn lo sabía así; y su libro, si pecó de algo, no fue de ambición. Consiente que las costumbres, escenas y cuadros de la vida japonesa que su pluma podía registrar estaban lejos de ser algo más que un eco, decidió, antes que comprender, contemplar; antes que un escrutar, dejarse maravillar. La ingenua idea de juzgar la cultura japonesa conforme a cánones occidentales no aparece en estas páginas.

¿Qué buscaba Lafcadio Hearn con este curioso libro? Sin duda, expresar su propia incapacidad para entender aquello que, en principio, juzgó “extraño” - y que, tras toda una vida en el Japón llego a sentir familiar- ; para después intentar hacernos cómplices de sus perplejidades. Lafcadio Hearn quizá reputaba ininteligibles las costumbres japonesas, pero al mismo tiempo aceptaba que ante ellas no podemos evitar sentirnos profundamente conmovidos: la delicadeza de la ceremonia del té, la ferviente devoción de las mujeres, el religioso celo del budista Zen, el desdén prodigado al construir sus hogares, lo eterno y lo efímero del haiku...

Costumbres que sólo podemos contemplar como siluetas vistas a través de una traslúcida pantalla de arroz.

4 comentarios:

Gatohombre en Paris dijo...

Ushhhhhh... qué epifanía! Ahora lo leo y opino de verdad.
Saludos.

Claudia Tamayo G. dijo...

Este es uno de los escritos que más me han gustado,hasta el momento, del blog. Muchas gracias por compartir.

Gatohombre en Paris dijo...

¿Pantalla de arroz? Ush, !qué epifanía alimenticia!

Jose F dijo...

"... que sólo podemos contemplar como siluetas vistas a través de una traslúcida pantalla de arroz."
También lo que llamamos: realidad, y: occidente.