No podía creerlo cuando me llamó uno de los dependientes y me contó que habían llegado, por fin, después de tantos años, los tan anhelados libros que había puesto en el cuaderno de regalos de la Librería.
"Todos juntos", dijo. Llegó (no sé muy bien cómo usar el plural aquí) El Cuarteto de Alejandría, de Lawrence Durrell.
Estos son sus datos básicos: es una tetralogía de novelas del escritor británico Lawrence Durrell, que se publicaron entre 1957 y 1960. Tuvieron éxito, tanto de la crítica como del público. Presentan cuatro perspectivas diferentes de un mismo conjunto de personajes y acontecimientos que tienen lugar en Alejandría, Egipto, antes y durante la II Guerra Mundial.
Las cuatro novelas son:
• Justine (1957)
• Balthazar (1958)
• Mountolive (1958)
• Clea (1960)
Ya sé que a mis compañeritos no les gusta que uno se ponga sentimental, pero esta novela de verdad marcó no sólo el tipo de literatura que yo quería hacer, sino que me mostró aquello de lo que yo quería hablar de ese momento en adelante. Eso fue como por allá en 1997. De todas formas trataré de ser frío en medio de las muchas emociones que se me escapan , entre ellas el recuerdo de Eliana, que me prestó los cuatro tomos, que había recibido como regalo de un profesor suyo de Derecho que además de eso después resultó ser asiduo cliente de la Librería y además buen amigo.
En este caso habrá que hablar de la forma y el fondo (como dicen por ahí) porque ambos son fundamentales para el autor.
La forma: Como estaba de boga aquello de la física cuántica, Durrell se puso a hacer una tetralogía que mostrara el espacio y el tiempo. Así que los tres primeros libros nos narran el espacio en sus tres dimensiones, a través de tres personajes muy diferentes que vendrían a representar lo alto, lo ancho y lo profundo. De esta manera Justine, Balthazar y Mountolive constituyen una misma historia vista desde diferentes puntos de vista. Es el cuarto libro, Clea, el que representará el tiempo y por fin todo se moverá para dejarnos ver qué ocurre en una historia que podría leerse igual como un poema épico que como una novela del siglo XIX, a pesar de la intención del autor de construir una dramática obra de vanguardia del siglo XX.
El fondo: Durrell quería, y creo que lo logra, hacer una historia donde los protagonistas no fueran humanos sino el amor moderno y la ciudad. Los personajes, nos damos cuenta, no son más que esclavos, fanáticos, seguidores, o simples víctimas de uno de estos dos temas. Así el autor nos pone ante una auténtica obra de arte que de alguna forma representa la nueva tragedia y también la nueva comedia humana en un plan que no se veía, tal vez, desde Dante.
Me resulta muy difícil poder plasmar en estas toscas palabras el poder evocador y mágico de este libro, de ahí que sólo les pueda recomendar que lo lean, que se dejen llevar por su encanto, que vean la ciudad como la vio Durrell, como quisiera verla yo: desnuda, seductora, peligrosa, más como una hija caprichosa, problemática y desheredada que como una amante. Y el amor como es hoy (como es siempre en una espiral que vuelve siempre al mismo punto pero en otra parte): un híbrido corrosivo y necesario para poder quitar el óxido de la monotonía que propone la vida actual, pero tan peligroso que habría que venderlo en bajas dosis, que falsamente nos hagan creer que es mortal una vez y otra vez y otra.
"Todos juntos", dijo. Llegó (no sé muy bien cómo usar el plural aquí) El Cuarteto de Alejandría, de Lawrence Durrell.
Estos son sus datos básicos: es una tetralogía de novelas del escritor británico Lawrence Durrell, que se publicaron entre 1957 y 1960. Tuvieron éxito, tanto de la crítica como del público. Presentan cuatro perspectivas diferentes de un mismo conjunto de personajes y acontecimientos que tienen lugar en Alejandría, Egipto, antes y durante la II Guerra Mundial.
Las cuatro novelas son:
• Justine (1957)
• Balthazar (1958)
• Mountolive (1958)
• Clea (1960)
Ya sé que a mis compañeritos no les gusta que uno se ponga sentimental, pero esta novela de verdad marcó no sólo el tipo de literatura que yo quería hacer, sino que me mostró aquello de lo que yo quería hablar de ese momento en adelante. Eso fue como por allá en 1997. De todas formas trataré de ser frío en medio de las muchas emociones que se me escapan , entre ellas el recuerdo de Eliana, que me prestó los cuatro tomos, que había recibido como regalo de un profesor suyo de Derecho que además de eso después resultó ser asiduo cliente de la Librería y además buen amigo.
En este caso habrá que hablar de la forma y el fondo (como dicen por ahí) porque ambos son fundamentales para el autor.
La forma: Como estaba de boga aquello de la física cuántica, Durrell se puso a hacer una tetralogía que mostrara el espacio y el tiempo. Así que los tres primeros libros nos narran el espacio en sus tres dimensiones, a través de tres personajes muy diferentes que vendrían a representar lo alto, lo ancho y lo profundo. De esta manera Justine, Balthazar y Mountolive constituyen una misma historia vista desde diferentes puntos de vista. Es el cuarto libro, Clea, el que representará el tiempo y por fin todo se moverá para dejarnos ver qué ocurre en una historia que podría leerse igual como un poema épico que como una novela del siglo XIX, a pesar de la intención del autor de construir una dramática obra de vanguardia del siglo XX.
El fondo: Durrell quería, y creo que lo logra, hacer una historia donde los protagonistas no fueran humanos sino el amor moderno y la ciudad. Los personajes, nos damos cuenta, no son más que esclavos, fanáticos, seguidores, o simples víctimas de uno de estos dos temas. Así el autor nos pone ante una auténtica obra de arte que de alguna forma representa la nueva tragedia y también la nueva comedia humana en un plan que no se veía, tal vez, desde Dante.
Me resulta muy difícil poder plasmar en estas toscas palabras el poder evocador y mágico de este libro, de ahí que sólo les pueda recomendar que lo lean, que se dejen llevar por su encanto, que vean la ciudad como la vio Durrell, como quisiera verla yo: desnuda, seductora, peligrosa, más como una hija caprichosa, problemática y desheredada que como una amante. Y el amor como es hoy (como es siempre en una espiral que vuelve siempre al mismo punto pero en otra parte): un híbrido corrosivo y necesario para poder quitar el óxido de la monotonía que propone la vida actual, pero tan peligroso que habría que venderlo en bajas dosis, que falsamente nos hagan creer que es mortal una vez y otra vez y otra.
4 comentarios:
Carlignos, tegno uma duda : Es "de boga" o en boga ? Una dudisha.
Bisous.
Del DRAE:
boga3.
(Del fr. vogue, moda, y este de voguer, remar, navegar).
1. f. Buena aceptación, fortuna o felicidad creciente. Estar en boga
De http://etimologias.dechile.net/?boga:
BOGA Una de las semánticas de "boga" es "moda ". Esta viene del francés /vogue/ y este de /voguer/ (remar). Se cree que la evolución de esta semántica es algo así: Remar - Recorrer tranquilamente sobre el agua - Recorrer tranquilamente sobre los gustos del momento.
La expresión “en boga” es el calco del francés '/en vogue/' que significa 'estar de moda', 'tener buena fama'. La palabra llegó por el italiano /voga/ (siglo XV) con el sentido figurado de reputación, crédito. Deriva del verbo /vogare/, adaptación del antiguo francés /voguer/ (bogar), procedente del fráncico /vagôn/ - moverse - que dio /wogon/, voz formada a partir de *Woge* (ola). Antiguamente el término correspondía a la buena marcha de un barco de remo.
Otra semántica de "boga" es "acción de remar". Esta viene del verbo "bogar" y se cree que viene del latín /vocare/ (llamar), representando el grito del timonel para marcar el paso. Esto explica la frase: "estar al grito de la moda". La tercera semántica de boga viene del latín /boca/ y este del griego /boka/. Este se refiere a una clase de peces que abundan en España.
Gracias por la corrección querido Gatohombre, como forma de respeto al público no cambiaré el error para que se puedan entender estos comentarios.
jejeje Tan habsbúrgico que salistes. Una abrazo, carecuarteto.
Recuerdo todavía, Carlos A., una frase de Balthazar: "Si dos enmascarados se enamoran, ¿cuál tendrá el valor de quitarse primero la máscara?".
Respecto de la adivinanza: dijo García Márquez que la mejor novela policiaca era Edipo Rey pues el detective acababa descubriendo que él era el criminal.
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