29/12/10

Aca solo Tito lo saca

La primera vez que leí algo de Augusto Monterroso fue como él quería, en esa media página que consideraba la máxima inmortalidad a la que un escritor podía aspirar: un texto de colegio de su país, Nicaragua, que, sin exagerar, no es sino otra república bananera igual a la mía. El cuento fue "El eclipse" y fue en un simulacro del ICFES, el examen que todo bachiller colombiano debe presentar antes de graduarse.

Para los que organizamos los libros de la biblioteca por países, ¿Monterroso dónde va? ¿En Honduras -nació en la capital, Tegucigalpa, en 1921-? ¿En Guatemala -allí pasó su adolescencia y protestó contra el gobierno hasta finalmente ser obligado a exiliarse en 1944-? ¿En México -donde fue recibido como asilado político y donde vivió, hasta su muerte en 2003-? Parece que esta decisión fuera otra de sus finas herencias, aunque en más de un texto ha dejado claro que se sintió siempre guatemalteco, en todo caso centroamericano.

En uno de sus últimos libros, Pájaros de Hispanoamérica (que contiene muchos fragmentos ya aparecidos en La letra e), se dedicó a organizar textos muy breves sobre algunos de sus amigos -casi todos desconocidos o ignorados- y sobre algunos escritores más famosos que admiraba -capacidad que no disimuló desde su constante timidez - como Borges, Onetti y Cortázar.


Cuando habla de Cortázar hay que pensar en otros dos personajes del libro: Carlos Illescas y Adam Rubalcava. La razón, las palindromas -mejor, para Monterroso, que el académico "palíndromos". En "Lejana" cuento que aparece en Bestiario, Cortázar escribe éstas:

"Los fáciles, salta Lenin el atlas; amigo, no gima; los más difíciles y hermosos, átale, demoníaco Caín, o me delata; Anás usó tu auto, Susana".

Pero existe al menos otro cuento del argentino en donde se habla de -él también- palindromas, es en "Satarsa" de Deshoras, cuyo epígrafe es: Adán y raza, azar y nada:

"-Atar a la rata no es más que atar a la rata -dice Lozano-. No tiene ninguna fuerza porque no te enseña nada bueno y porque además nadie puede atar a una rata. Te quedás como al principio, esa es la joda con las palindromas".

Y más adelante:

"Fíjate si no es curioso, el primer palindroma que conocí en mi vida también hablaba de atar a alguien, no se sabe a quién, pero a lo mejor ya era Satarsa. Lo leí en un cuento donde había muchos palindromas pero solamente me acuerdo de ese.

—Me lo dijiste una vez en Mendoza, creo, se me ha borrado.

—Atale, demoníaco Caín, o me delata —dice cadenciosamente Lozano, casi salmodiando para Laurita que se ríe en la cuna y juega con su ponchito blanco".

Carlos Illescas fue un poeta guatemalteco -también- del que Monterroso cuenta una notable habilidad para crear palindromas: y que cuando se reunían, con Arreola, con Ruben Bonifaz Nuño y otros, para hacer deporte, es decir crear palindromas, mientras Monterroso apenas si salía de roma amor roma amor, Illescas compartía cosas como: "ADELA, DIONISO: NO TAL PLATÓN, O SI NO, ID A LEDA". O: "Somos seres sosos, Ada; sosos seres somos".


Adam Rubalcava, que aunque no participaba de la fiesta, y que prefería decir palíndromos, fue otro pájaro para Monterroso, que expresó su pesar cuando se enteró de la muerte de este poeta y fotógrafo mexicano. Para 1968, y después de leer algo de Monterroso sobre las palindromas, Rubalcava les dedicó, a él y a Illescas, el siguiente "Surtido rico de palíndromos":

ADAN NO CALLA CON NADA

ASÍ ME TRAE ARTEMISA

AMAR DESEA LOLA ESE DRAMA

A SU MAL NO CALLA CON LA MUSA

Y que contenía éste, que para Monterroso era como su escudo de armas:

ACA SOLO TITO LO SACA

Y por el que, agradecido, le mandaría a Rubalcava, ya fuera de este mundo, este otro:

ESOPE RESTE ICI ET SE REPOSE

Y que, como epitafio para Cortázar, para él, no está nada mal.

16/12/10

El descubrimiento del alfabeto




Publicar autores inéditos en español en especial italianos ha sido desde su inicio la principal labor de Gadir Editorial. Entre los muchos autores que ha rescatado para los lectores en español está el italiano Luigi Malerba. Malerba nació en Berceto en 1927, ha escrito novelas y cuentos y trabajado como periodista y cineasta. Sus cuentos suelen combinar el humor y la melancolía. De él Gadir ha publicado las colecciones de cuentos El descubrimiento del alfabeto y Las rosas imperiales. Abajo dejamos un breve relato de este autor.


El descubrimiento del alfabeto.

Por Luigi Malerba

Al atardecer Ambanelli dejaba de trabajar y se iba a casa a sentarse con el hijo del patrón porque quería aprender a leer y a escribir.

– Empecemos con el alfabeto ―dijo el niño, que tenía once años.

– Empecemos con el alfabeto.

– La primera de todas es la A.

– A ―dijo paciente Ambanelli.

– Luego viene la B.

– ¿Y por qué primero una y luego la otra? preguntó Ambanelli.

Esto el hijo del patrón no lo sabía.

– Las han puesto en ese orden, pero usted puede usarlas como quiera.

– No entiendo por qué las han puesto en ese orden ―dijo Ambanelli.

– Por comodidad ―respondió el niño.

– Me gustaría saber quién se ha encargado de hacer este trabajo.

– Vienen así en el alfabeto.

– ¿Quiere esto decir acaso ―dijo Ambanelli― que la cosa cambia si yo digo que primero viene la B y luego la A?

– No ―dijo el niño.

– Entonces sigamos adelante.

– Luego tenemos la C, que se puede pronunciar de dos maneras.

– Estas cosas las ha inventado alguien que no tenía nada que hacer.

El niño no sabía qué decir.

– Quiero aprender a poner mi firma ―dijo Ambanelli―, no me hace ninguna gracia tener que poner una cruz cuando tengo que firmar un papel.

El niño cogió el lapicero y un trozo de papel y escribió: «Ambanelli, Federico», luego mostró el papel al campesino.

– Ésta es su firma.

– Entonces empecemos con mi firma desde el principio.

– La primera es la A ―dijo el hijo del patrón―, luego viene la M.

– ¿Has visto? ―dijo Ambanelli―, ahora empezamos a razonar.

– Luego la B y otra vez la A.

– ¿Igual que la primera? ―preguntó Ambanelli.

– Idéntica.

El niño escribía las letras de una a una y luego las recalcaba con el lápiz llevando con su mano la mano del campesino.

Ambanelli se quería saltar siempre la segunda A que a su juicio no servía para nada, pero un mes más tarde había aprendido a escribir su firma y por la noche la escribía sobre las cenizas del hogar para que no se le olvidara.

Cuando vinieron los del acopio del grano y le dieron a firmar el recibo, Ambanelli se pasó por la lengua la punta del lápiz tinta y escribió su nombre. La hoja era demasiado estrecha y su firma demasiado larga, pero a los del camión «Amban» les pareció suficiente, y puede que desde entonces muchos empezaran a llamarle «Amban», aunque poco tiempo después ya había aprendido a escribir más pequeña su firma y a ponerla por entero en los recibos del acopio.

El hijo de los patronos se hizo amigo del viejo y después del alfabeto escribieron juntos un montón de palabras, cortas y largas, bajas y altas, delgadas y gordas, tal como se las figuraba Ambanelli.

El viejo puso tanto entusiasmo que soñaba con ellas por la noche, palabras escritas en libros, en las paredes, en el cielo, grandes y resplandecientes como el universo estrellado. Algunas palabras le gustaban más que otras y hasta intentó enseñárselas a su mujer. Luego aprendió a juntarlas y un día escribió: «Consorcio Agrario Provincial de Parma».

Ambanelli contaba las palabras que había aprendido como se cuentan los sacos de grano que salen de la trilladora y cuando llegó a aprenderse cien le pareció que había hecho un buen trabajo.

«Ahora creo que ya es suficiente para mi edad».

Ambanelli se iba a buscar en los trozos viejos de periódico las palabras que conocía y cuando encontraba una se ponía contento como si hubiese encontrado un amigo.


El descubrimiento del Alfabeto. Luigi Malerba. Traducción de Francisco de Julio Carrobles. Gadir, 2009.

8/12/10

Varguitas no se ganó ése

En Perú están felices, cómo no, con Vargas Llosa. Cada personaje -o personajillo, mejor- aprovecha para dirigirse a los medios de comunicación. Vía El comercio:

«La emoción por el discurso del Nobel Mario Vargas Llosa llevó al candidato presidencial, Alejandro Toledo, a cometer un ligero desliz al referirse al nuevo lauro alcanzado por el literato nacional.

“Ese privilegio que MVLL regala con su pluma y su talento al Perú, al lograr el Premio Nobel de la Paz en Literatura, es un logro extraordinario”, dijo Toledo, ante la prensa que concitó en la casona de San Marcos, luego de uno más de sus encuentros “Es tiempo de escuchar”.

“El Perú está avanzando, al Perú no lo para nadie si enfrentamos los retos que tiene. Y yo, en silencio, compartiré la alegría, aplaudiré fuerte y gritaré fuerte para celebrar el logro de Mario Vargas Llosa. Es un gran demócrata, gran pensador y la gente puede discrepar pero MVLL es tan peruano como el cebiche y el pisco sour” señaló, en referencia a la ligazón especial del literato con su país».

1/12/10

De memoria

Siempre en noviembre, por razones obvias, pasa: la vitrina y la mesa de la librería se llenan de novedades. Las apuestas de las editoriales por un fin de año exitoso. Llegan cosas buenas, libros que uno quiere; otros, muchos, que no. Llegó uno entre las cajas, seguro no el mejor, ni el más interesante, pero y así, El libro más bello del mundo y otras historias de Eric-Emmanuel Schmitt (Destino) fue uno de los que el doctor Calle se quedó hojeando. Un momento después me pidió que buscara Concierto barroco de Alejo Carpentier, luego que comenzara a leer.

"De plata los delgados cuchillos, los finos tenedores; de plata los platos donde un árbol de plata labrada en la concavidad de sus platas recogía el jugo de los asados; de plata los platos fruteros, de tres bandejas redondas, coronadas por una granada de plata; de plata los jarros de vino amartillados por los trabajadores de la plata..."

-Así está bien, gracias, ahora escuche -me dijo.

"De cuero, el interior del Rolls-Royce. De cuero, el chófer y sus guantes. De cuero, las valijas y los bolsos que abarrotan el maletero. De cuero, la sandalia trenzada que anuncia una esbelta pierna al filo de la portezuela. De cuero, el traje de chaqueta de color escarlata de Wanda Winnipeg".

Siempre, en noviembre, la mesa y la vitrina, ¿se llenan de novedades?