8/4/11

Nosotros somos la mirla


Muchas veces siento que engaño a mis alumnos. No sé si otros profesores de literatura tengan esta sensación de estar hablando de algo que no se puede enseñar. Creo que no tuve un solo maestro de literatura memorable. Algunos eran realmente sabios, eruditos sería una mejor palabra, pero no recuerdo haber aprendido de ellos. La literatura la aprendí en los libros, en las equivocaciones, incluso en las cantinas.

Voy al salón, me siento en la silla, con mis apuntes en la pantalla del computador. Hoy toca hablar de Huidobro, un poeta que amo, he leído casi toda su obra –no es para tanto, cabe en dos tomos-, tomé unos apuntes de generalidades: nacimiento, muerte, libros, viajes, etc. Luego algunos chismes: sus peleas con Neruda, su petulancia, sus amores… finalmente me detengo en Altazor, ese alto azor, ese viaje en paracaídas. El canto segundo: uno de los poemas de amor más hermosos que conozco: “Mujer, el mundo está amueblado por tus ojos”.

Cómo trasmitirle a estos jóvenes lo que siento al leerlo, cómo explicarles la magia de estos versos:

¿Irías a ser ciega que Dios te dio esas manos?

Les leo un par de pasajes. Les pregunto qué opinan. Qué sienten. Silencio. Qué les dice. Silencio.

¿Irías a ser muda que Dios te dio esos ojos?

Huidobro, el creacionista, el dandy, ¿saben qué significa alguna de las dos palabras? Silencio. Creía que la labor del poeta no podía ser describir sino crear:

Que el verso sea como una llave
que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
cuanto miren los ojos creado sea,
y el alma del oyente quede temblando.
Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
el adjetivo, cuando no da vida, mata.
Estamos en el ciclo de los nervios.
El músculo cuelga,
como recuerdo, en los museos;
mas no por eso tenemos menos fuerza:
el vigor verdadero
reside en la cabeza.
Por qué cantáis la rosa, ¡oh Poetas!
Hacedla florecer en el poema;

Sólo para nosotros
viven todas las cosas bajo el Sol.
El Poeta es un pequeño Dios.

El problema no está en ellos, es mío. ¿Cómo puedo enseñar esto? No hay forma que no consista en convertirlos en relojeros, en hacerlos desarmar el poema como un niño destripa un juguete para ver qué tiene por dentro. Luego se descubre que con las piezas desparramadas por ahí el mecanismo ya no funciona.
Estoy solitario frente al grupo:

Sin más abrigo que una flor que se apaga
si hay un poco de viento

Pregunto a los muchachos por su opinión, por la manera en que los ha tocado el poema. Una joven levanta la mano. Dice que Huidobro estaba enamorado. Yo no sé qué decirle. Otro joven levanta la mano y me salva, por un momento: “Yo personalmente, creo que este poema pone de presente el cliché del amor a través de imágenes que pretenden generar el asombro, todo dado a través de un uso de adjetivos conectados con sustantivos que no suelen relacionarse entre sí”. Acaba de destripar el poema. Recojo entre mis manos los adjetivos y sustantivos, algunos verbos y trato de reparar todo de alguna manera. Les hablo de la intención poética, de la música del poema, del ritmo, rico en giros. Versos cortos y largos que se suceden para dar movimiento a la escritura. Comienzo: “Huidobro nos presenta una serie de versos que se unen, como una danza: lenta, precisa, hipnótica. Y luego nos filtra, como sin querer, una línea que se quedará prendida en la retina. Imaginen el gato que observa, largamente, la mirla, esta queda aletargada por un momento, es cuando le deja ver la garra. Nosotros somos la mirla”.
Otro levanta la mano. Pide permiso para ir al baño.

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