10/10/10

Cuartos de escritores: Martin Amis

Fotografía: Eamonn McCabe

Mi cuatro de escritura es una construcción separada al final de un pequeño jardín de concreto. El techo de vidrio está cubierto con hojas y ardillas. Solía tener el ático de la casa e Isabel, mi esposa, se suponía que iba a tener esta oficina, pero no creí que la utilizara mucho, así que decidí reclamarla; es ideal: no puedes escuchar a los niños pero sí fumar.

Entro hacia las diez de la mañana y por lo general marco tarjeta a las siete, pero no escribo todo el tiempo. Mucho se me va simplemente leyendo o me quedo sentado pensando cosas. Hemos estado en esta casa durante 12 ó 13 años, sólo la alquilamos cuando estuvimos en Uruguay. Hace apenas unos pocos meses que volvimos y no he sacado tiempo para arrancar el papel en el que venía envuelto el escritorio. Escribo a mano para empezar y luego lo paso al computador portátil. Fue todo un drama conseguir una máquina de escribir eléctrica cuando escribí “Dinero”, a comienzos de los 80, y luego fui muy lento para conseguir un computador. Pienso que alguien me estaba mirando sobre el hombro cuando los inventaron; antes pensaba que debería ganar el Booker Prize por esta vuelta a la mecanografía. El computador es un excelente mensajero de todo eso.

La fotografía en el escritorio es de mi mamá. Todos los de mi generación se la llevaron bien con sus madres; yo soy el único que sepa se la llevó bien con su padre. Estoy muy orgulloso y soy muy apegado a mi madre. Como le he dicho, heredé de ella tanto como heredé de Kingsley. El cuadro de atrás es del desfiladero, en Ronda, España, donde vivió ella por muchos años.

No soy una persona que atesore recuerdos. No me interesan las primeras ediciones, no soy un coleccionista, me preocupa más el desorden. La única reliquia de Kingsley es un reloj que tengo en el escritorio, y al que no me atrevo a darle cuerda porque me asusta romperlo. Las botellas de agua son de mi hija menor, Cleo. Cuando pasó por acá a las cuatro o a las cinco, las trajo y declaró dramáticamente: “¡Ahora no tendrás que venir nunca más a la casa!”

Martin Amis (1949) es un escritor inglés. Sus libros, casi todos, se consiguen en Anagrama. Tom Maschler, su editor en Jonathan Cape cuenta en Editor (Trama editorial): "Martin se toma su trabajo con tal seriedad que no suele aceptar invitaciones a comer, porque, dice, la comida le “parte” la jornada. Tengo la impresión de que en su vida no hay nada improvisado, cosa que explicaría la siguiente anécdota. Cuando ya habíamos preparado (con su aprobación, desde luego) y publicitado la firma de su última novela en la Covent Garden Bookshop, llamó el día antes (literalmente) para decirnos que no podía asistir. “¿Qué dices?”, preguntó nuestro director de promoción. “Es que me caso mañana”, respondió Martin".

1 comentario:

Jose F dijo...

Amis es como un viejo amigo que le hubiera dado a uno la literatura; quiero decir que no es como una pieza de museo, para ir a verlo y admirarse. No, a Amis podría uno encontrárselo y sentarse con él, en el porche de Libélula digamos, a hablar de fruslerías, y también de Nabokov y Philip Larkin; y hasta reírse a carcajadas de los chistes verdes que desliza en sus libros.
Y ahora la traducción de Tomás nos lo pone más próximo. Eso se agradece.