Fotografía: Eamonn McCabe
Comencé, como muchos escritores, con una pequeña mesa en la esquina de un cuarto, y me gradué en este amplio y cómodo estudio en el primer piso de mi casa, en la siempre llena de hojas Edgbaston, Birmingham. Lo que ven es la mitad de una habitación que se abre más o menos con la misma extensión, llena de estanterías, archivadores y un escritorio donde suele estar mi computador. Me gustaría escribir los primeros borradores a mano en la mesa grande, unas pocas páginas a la vez, y luego pasarlas al computador; pero a medida que me encuentro escribiendo más y más directamente en el computador, he decidido trasladar toda la operación al escritorio más espacioso, con su agradable vista al patio y al jardín de atrás.
Los muebles son alemanes, para ejecutivos, construidos como un Audi. La mesa puede inclinarse si uno quiere. La silla se ve un poco hostil, como una silla eléctrica, pero ergonómicamente es perfecta. La impresora de láser domina el primer plano de la foto, pertinente, ya que constantemente imprimo mi work-in-progress, lo releo, corrijo a mano, edito luego en la pantalla e imprimo de nuevo, etcétera. Una sola página de una novela puede pasar por 10 o más borradores de esta manera.
Mirando con cuidado, tal vez con una lupa, verán otras herramientas del oficio: un teléfono (que muy de vez en cuando timbra por razones profesionales desde la llegada del correo electrónico), un diario, una calculadora, un cuaderno argollado en el que llevo listas de cosas por hacer y que renuevo constantemente, un atril, archivadores A4 para conservar pruebas, una caja que funciona como bandeja de entrada, un diccionario debajo de ésta, y un montón de lapiceros, lápices, tijeras, un resaltador, un abrecartas y un humectante para los labios.
En la pared está una caricatura que David Levine hizo de mí para The New York Review of Books, y un documento firmado por el Ministro de Cultura de Francia concediéndome el título de Caballero de la orden de las artes y de las letras -una suerte de salvoconducto, supongo.
David lodge (1935) es inglés. Casi todas sus novelas han sido publicadas en Anagrama. Ha trabajado como guionista para la televisión, adaptando series basadas en libros suyos y de Charles Dickens.
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