16/12/09

Enoch Arnold Bennett y su “Enterrado en vida”.



I.

Italo Calvino (El Vizconde demediado) narra las peripecias de Medardo, Vizconde de Terralba, personaje que, tras recibir un cañonazo, queda dividido en dos mitades: una, descaradamente mala; la otra, insoportablemente buena. R.L. Stevenson, en una de sus novelas más famosas, cuenta la historia del tímido Dr. Jekyll, quien, al ingerir una poción, se transforma en el malvado Mr. Hyde; Max Frisch, en No soy Stiller, relata la historia de un hombre que niega ser quien es y afirma que es otro: solo por el deseo de ser otro; En El difunto Matías Pascal, Luigi Pirandello imagina a un hombre (Matías) que, al regresar a casa después de un viaje, descubre que sus familiares reconocen en un cadáver anónimo a su propia persona: oficialmente, está muerto. Doppelgänger, fetch y wraith, son las palabras que el alemán, el gaélico y el escocés, respectivamente, utilizan para designar la fantasmal doble de un hombre, su siniestra bilocación.


Las mitades errantes de un vizconde incompleto; Jekyll y Hyde; Matías Pascal, hombre que habita, al mismo tiempo, el mundo de los vivos y los muertos; el caprichoso Stiller, que declara ser alguien más y no él; son apenas un puñado de ejemplos de uno de los tópicos que ha recorrido casi todas las literaturas: la idea del otro, del doble, ese hombre que deberíamos haber sido, que anhelábamos ser, o del que, simplemente, siempre quisimos escapar.




(Enoch) Arnold Bennett by Walter Tittle © National Portrait Gallery, London

Enoch Arnold Bennett continúa con esta tradición. En su deliciosa novela Enterrado en vida (Buried Alive) plasma la vida de un pintor al que se le ha presentado la siempre anhelada oportunidad de desaparecer, de renunciar a su pasado, al hombre público y famoso que alguna vez fue, y siempre odio: Priam Farll.

“Que el artista era, sin duda, un pintor excelente fue admitido por todos; el único problema que se sentían obligados a resolver las personas cultas consistía en establecer si Priam Farll era el más grande de los pintores habidos jamás, o si bien sólo se trataba del mayor pintor desde los tiempos de Velázquez”.

Priam Farll sin proponérselo seriamente se hace famoso; lamentablemente Farll, desde siempre, ha sido un tímido, un tímido crónico: “… incapaz de pedir una habitación en un gran hotel, o de entrar en algún edificio importante por primera vez, o de atravesar un salón lleno de gente sentada, o de despedir a un sirviente, o de discutir con una señora altiva y aristocrática que esté al otro lado de un mostrador de la oficina de correos, o de pasar delante de algún negocio en el que tenía una deuda…”.

Farll siempre escondiendose, escapa de su fama y de los molestos compromisos del mundillo del arte; su único puente con el mundo es su criado, Henry Leek. Leek es quien, además, le proporciona la perfecta oportunidad para desaparecer. Mr. Leek enferma, luego, muere; el médico que lo asiste en su agonía y está encargado de firmar el certificado de defunción ha estado convencido, desde un principio, que Farll es Leek, y Leek, Farll. Firma el certificado: oficialmente, por un inocente error, Farll está muerto: “¿Por qué no iba a dejar que se pensara que uo, y no Henry Leek, había expirado de pronto, en Selwood Terrace, a las cinco de la mañana? ¡Sería libre, completamente libre!.

Farll se sale con la suya... por un tiempo. Su mayor satisfacción, suprimirse a sí mismo para el mundo, dura poco. La imagen de la persona que fue termina por alcanzarlo. El pasado persigue a Farll incluso cuando éste se encuetra seis pies bajo tierra. Hay una boda, una persecución, un malentendido, un juicio: Farll no puede escapar de la morbosa curiosidad inglesa.

II.

Enterrado en vida. Arnold Bennett. Orbis, 1987.

Leí Enterrado en vida en la edición de la Biblioteca Personal que Jorge Luis Borges preparó para la editorial Orbis aproximadamente en 1985 u 86. Esta obra completa el tomo 43 de la colección. Yo conjeturo que Borges seleccionó esta novela para su Biblioteca de cien obras por dos razones. (1) Borges recuerda que su abuela inglesa solía leerle las novelas de Bennett, por una curiosa razón: Mr. Bennet y Mrs. Haslam pertenecían a los Five Tows, nombre informal con el que se conoce la región formada por los condados de Turnhill, Bursley, Hanbridge, Knype y Longshaw (Inglaterra); Mr. Bennet y Mrs. Haslam, por decirlo de algún modo, eran paisanos. A medida que iban leyendo, la abuela de Borges hacía comentarios al margen: podía identificar lugares, personas, algunos personajes de la novela. El pasaje donde Borges rememora con afecto estos recuerdos de lectura con su abuela puede encontrarse en Borges (Destino, 2006), libro donde Adolfo Bioy Casares consignó juiciosamente, durante más de medio siglo, sus conversaciones con Borges. (2) Una de las tantas obsesiones de Borges es el tema del otro. La pieza donde mejor desarrolló la idea de un Borges privado y personal, y un Borges público e impersonal, es el inclasificable "Borges y yo". En otro pasaje del Borges, Bioy pregunta a "Georgie" si le parece descabellada la idea de un hombre de cierta capacidad intelectual que decide abandonar su prometedora carrera para dedicarse a una vida, digamos, modesta y tonta. Borges, mirando al vacío, responde con un hondo y triste silencio.

5 comentarios:

Gatohombre en Paris dijo...

Oe, que bueno este texto. Si los del círculo solo felicitan a tomás, yo que estoy bien lejos y fuera, le digo que lo felicito.
Suerte.

4ojos dijo...

Una obra maestra que me dejó con ganas de más

Tomás David Rubio dijo...

Aunque no he leído "Enterrado en vida", este texto y lo que después me contó Christian, me hacen recomendar un cuento de Alfred Polgar: "La soledad" (Se encuentra en el libro "La vida en minúscula", Acantilado).

Hace poco llegó a la librería donde trabajamos otro libro del escaso Bennett: "Cómo vivir con veinticuatro horas al día", en editorial Melusina.

Christian C. Londoño dijo...

Me alegra que también haya disfrutado Enterrado en vida.

Además de los libros que Tomás menciona, está este otro, publicado por Erasmus Ediciones en 2010: Gran Hotel Babylon.

Bienvenido al blog.

Jorge J. Namur dijo...

yo la califico como una novela PERFECTA. Tiene consición, originalidad, armonía, humor, intriga, veracidad y pasión.