La colección Maestros del siglo XX de la editorial Laetoli, con apenas seis títulos publicados, sigue mereciendo todos los elogios: impecable presentación, excelentes traducciones, cuidados que van desde la mención de otras obras del autor publicado en castellano hasta una mínima reseña del traductor y del autor encargado de la ilustración de la portada: Laetoli ha incluido todos las minucias técnicas y para muchos innecesarias que siempre he querido ver en un libro.
Lo técnico se olvida fácilmente, las novelas que han editado son impresionantes. Una, que se lee como la más natural de las historias, Dissipatio humani generis de Guido Morselli, cuenta cómo de un momento a otro todos los habitantes del planeta se desvanecen; no son raptados ni sometidos a secuestro alguno, se desvanecen simplemente, y como prueba queda el espacio vacío de la forma humana entre las sábanas. Otra, que comienza como una explosión y mereció la celebración absoluta de un cascarrabias como Nabokov: La paloma de plata de Andréi Biéli. Y una más, que es un sacudimiento casi grosero: El brezal de Brand, de Arno Schmidt. El catálogo se completa con las Obras completas de Wolfgang Borchert, Edad de hombre de Michel Leiris y Montauk de Max Frisch.
Montauk funciona como testamento, es el libro que toda celebridad evita escribir. Las razones: Montauk es la confesión de un fracaso como profesional, como amigo, como esposo, como padre. El amante Frisch tal vez salga bien librado: pero sin abusos, sin las proezas que los escritores suelen otorgarse. El escritor suizo es un hombre que necesita de la compañía de una mujer para no caer en el desorden doméstico y en el fastidio del drama solitario. Las relaciones siempre, para él, son el juego previo a la separación, van a ser una promesa que tarde o temprano se incumplirá. Pero la culpa de todos estos sinsabores personales le cae bien a Frisch: “Nuestra culpa tiene una utilidad; justifica muchas cosas en la vida de otros”. (p 44)
La mejor línea de Montauk es esta, buenas noches: "La literatura conserva el momento, para eso existe. La literatura tiene el otro tiempo”. (p 77)
1 comentario:
6 libros 6 —como ponen los carteles de toros— le bastaron a la colección Maestros del siglo xx de la editorial Laeotli para volverse imprescindible. El procedimiento, conjeturo, es el siguiente: no la obra más prestigiosa de autores singulares ya algo olvidados.
Mientras tanto Herralde errabundo arrima a ochocientos en su Panorama.
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