Chateaubriand: Memorias de ultratumba, Acantilado.
26/5/10
En vitrina:
Chateaubriand: Memorias de ultratumba, Acantilado.
23/5/10
Pessoa, Diarios: "ni tendré fe mañana en lo que esté diciendo".
Gadir Editorial publicó Diarios (traducción Juan José Álvarez), una serie de apuntes (unos, efectivamente, a manera de diario, no todos) que van desde sus primeros meses en Lisboa (Pessoa llegó de África en septiembre de 1905, en octubre comienza el Curso superior de letras, en marzo del año siguiente comienza el Diario), hasta sus últimas obsesiones esotéricas "neo-paganas". ¿Diarios?, sí; algunas páginas cuentan días monótonos (o sea felices), llenos de calurosas caminatas por la ciudad, de clases de geografía y de visitas a las tías; otras son apuntes de un adolescente que todavía no había conocido a su maestro Alberto Caeiro, pero que ya, de alguna forma, lo configuraba: (Aproximadamente después de 1908):
«Estoy aquí sentado, escribiendo en mi mesa, con mi bolígrafo en la mano, etc., y súbitamente cae sobre mí el misterio del universo y me detengo, tiemblo, siento pánico. Siento el deseo de dejar de sentir, de matarme».
Pessoa, con 17 años, poco antes de regresar a Portugal
Es durante estos años cuando Pessoa empieza a frecuentar y luego a abandonar las vanguardias portuguesas (desencantado, ya en 1914 escribe: «Puesto que todo lo que es nuevo irrita, aquél que es artificial quiere irritar. Pero, además de lo nuevo, hay otra cosa que también irrita: es lo absurdo, lo meramente irritante. Confusión»). Comienza su trabajo como traductor de cartas en agencias de cambio, a frecuentar bares... charla, pero no habla con nadie:
«Actué siempre hacia dentro... Nunca he tocado la vida... Siempre que yo esbozaba un gesto, acababa en un sueño, heroicamente,... Una espada pesa más que la idea de una espada... Dirigí grandes ejércitos, vencí grandes batallas, disfruté grandes derrotas; todo dentro de mí. Disfrutaba paseando solo por las alamedas y por los largos pasillos, dando órdenes a los árboles y a los retratos de la pared... Por el largo pasillo que hay en el palacio he paseado muchas veces con mi prometida... Nunca tuve una prometida real... nunca supe cómo se ama... Sólo supe cómo se sueña amar... Si me gustaba ponerme anillos de mujer en mis dedos es porque a veces me gustaba tomar mis manos de joven por las manos de una princesa, y pensar que yo era, al menos en ese gesto de mis manos, la persona a la que amaba...»
¿Qué pasa, o qué puede pasar después? El nacimiento de los heterónimos, días "en parte agradables, en parte desagradables", traducciones, el drama en personas, y no en actos, que algo conocemos.
«Querido Antonio Mora, dijo, Proserpina me quiere en su reino, es hora de partir, es hora de dejar este teatro de imágenes que llamamos nuestra vida, si supiera las cosas que he visto con los anteojos del alma, he visto los contrafuertes de Orión, allí arriba en el espacio infinito, he caminado, con estos pies terrestres por la Cruz del Sur, he atravesado noches infinitas como un cometa luciente, los espacios interestelares de la imaginación, la voluptuosidad y el miedo, y he sido hombre, mujer, anciano, niña, he sido las multitudes de las grandes avenidas de las capitales de Occidente, he sido el plácido Buda de Oriente de quien envidiamos la calma y la sabiduría, he sido yo mismo y los otros, todos los otros que podía ser, he conocido honores y deshonores, entusiasmos y desalientos, he cruzado ríos e inaccesibles montañas, he mirado plácidos rebaños y he recibido en la cabeza el sol y la lluvia, he sido una hembra en celo, he sido el gato que juega en la calle, he sido el sol y la luna, y todo porque la vida no basta». (Tabucchi, Los últimos tres días de Fernando Pessoa)