tag:blogger.com,1999:blog-6239717735547161204.post7572105766491961503..comments2022-04-02T10:51:10.918-07:00Comments on Tres Dependientes: Bernhard, Sebald y las carniceríasChristian C. Londoñohttp://www.blogger.com/profile/14685046585553778061noreply@blogger.comBlogger2125tag:blogger.com,1999:blog-6239717735547161204.post-79179592193048061712010-07-12T07:53:32.403-07:002010-07-12T07:53:32.403-07:00Mi madre siempre me mandaba a comprar la carne, el...Mi madre siempre me mandaba a comprar la carne, el carnicero, un hombre gordo y bonachón (que carnicero que se precie de serlo no lo es), sabía que debía darme tabla (no me pregunten que parte de la vaca es) o si no tendrían él y su gato (un angora más gordo que Garfield -y más agresivo y mimado, que se paseaba sobre el poyo de baldosines blancos como un pequeño tirano evitando tocar la carne casi con asco-) toda la furia de mi madre desplegada durante sus buenos 10 minutos, además de las amenazas de reportarlo ante la Oficina de Salud Pública por el animal. Por eso carnicero se alegraba de verme en vez de a mi madre. La verdad me fascinaban las vacas colgadas, los organos internos expuestos, como en un museo, o mejor, una tienda de suovenires de un museo, en el que la gente escoge el recuerdo que más le apetece. "Creo que ese cerebro se vería muy bien en el nochero", "supongo que me puedo llevar ese riñón para mi tía Tulia", al menos ese es mi recuerdo de las carnicerías.Carlos Augusto Jaramillohttps://www.blogger.com/profile/17031108014143437294noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6239717735547161204.post-75054284241939373222010-07-12T07:50:17.062-07:002010-07-12T07:50:17.062-07:00Este comentario ha sido eliminado por el autor.Carlos Augusto Jaramillohttps://www.blogger.com/profile/17031108014143437294noreply@blogger.com